miércoles, 8 de enero de 2014

Patriota

Patriotismo

 

JOSÉ ANTONIO MARINA

Es la pasión política más difícil de analizar. Luminosa y terrible. Sólo en nombre de Dios se han realizado más actos nobles y más actos indignos que en nombre de la patria. La profundidad de las emociones que mueve hace necesario manejarlo con gran cautela. Tras los horrores cometidos por los patriotas nazis, Jürgen Habermas acuñó la expresión «patriotismo constitucional». Quiso rebajar la alta tensión emocional, sin perder su capacidad de compromiso. Martha Nussbaum, premio Príncipe de Asturias, defendió un «patriotismo cosmopolita», porque consideraba que el patriotismo nacional introduce un componente belicoso. Cuando los romanos decían «dulce et decorum est pro patria mori», estaban utilizando ese sentimiento para animar a luchar, no a colaborar. Pero ahora se extiende un «cosmopolitismo desarraigado», que implica que nadie está comprometido con nada. Los movimientos nacionalistas proporcionan un «sentido vital». En un mundo apático, despiertan las energías del compromiso, del sacrificio. Ningún argumento racional convencerá a un patriota, porque está movido por una energía heroica, martirial o asesina. Es verosímil que se pueda condecorar justamente a una persona por patriota, y condenarle justamente por asesino. Así es de compleja la naturaleza humana. Lo insensato es manejar estas ideas irresponsablemente. Lo hizo el aprendiz de brujo.

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